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Messaggi Don Orione
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Fue el 3º sucesor de Don Orione, después de Don Sterpi y de Don Pensa. De Don Orione fue también el secretario y de la Congregación superior general por 12 años.

ZAMBARBIERI Giuseppe: Una perla sotto ogni aspetto

 

En torno a Don Zambarbieri hay algo que va más allá del afecto y de la estima que se concreta en devoción, o en coloquio del alma que continúa en la oración.

Don Giuseppe Zambarbieri nació en Pecorara, en la diócesis de Bobbio, el 26.11.1914. Además de él, llegaron a sacerdotes también los hermanos Ángel, más tarde obispo de Guastalla, y Alberto también orionista. Siendo un joven bachiller entró en el Colegio de “San Jorge” de Novi Ligure; aquí encontró y quedó fascinado por Don Orione a quien después siguió y con quien intimó con filial devoción e inteligencia. Estuvo junto a él por un tiempo como laico, y le hizo de secretario y, como no, testigo de muchos secretos y santos ejemplos.

Se ordenó primero de sacerdote, en 1941, y después religioso, en 1943. El siervo de Dios, abad Manuel Caronti, visitador apostólico de la congregación dejó sobre el joven profeso Zambarbieri este retrato: “Alumno del San Jorge, se encontró con el Director, Don Orione, se llenó de cariño hacia él y se volvió enteramente de la Congregación. Piedad sincera, voluntad fuerte, humilde y recto en sus sentimientos, ingenio abierto y versátil. Puede ser para la Congregación un elemento precioso”. Y no se equivocó. Don Zambarbieri desempeñó de modo egregio todos los cargos que le fueron asignados en la Congregación; fue director de Novi Ligure y después del Pequeño Cottolengo de Milán. En 1958 fue elegido Vicario General de la Congregación, y sucesivamente, Superior General de 1963 a 1975.

Participó como invitado al Concilio Vaticano II del que fue un divulgador entusiasta: “Debemos apoyar y contribuir - escribía a sus cohermanos el 19.3.1963 – a que el Concilio Vaticano II alcance sus frutos, tan deseados por la Iglesia y por toda la familia humana”.

Exquisito en el trato, inteligente y temperamental en las relaciones, de sólida doctrina y fidelidad eclesial; tuvo profundas y efectivas relaciones con muchos eclesiásticos de toda Italia y de más allá.

En 1980, un infarto le limitó prematuramente en las actividades. “Mi vida está sostenida por un hilo…”, repetía Don Zambarbieri en los últimos años transcurridos en el instituto “Mutilatini” de Roma. Se entendía que era el hilo de fuerzas que le quedaban, pero no sólo. Estaba también el hilo del teléfono con el que continuaba animando y estimulando en el bien a los cohermanos y a los amigos; era el hilo de la tinta de su pluma que aún corría generoso para llevar palabras de aliento y de afecto a tantas personas de Italia y del mundo; era el “hilo de oro” de la oración que todo lo transforma en ofrenda e invocación a la Divina Providencia. Y cerró su fecunda vida terrena el 15.1.1988.

En su biografía, escrita por Don Ignacio Terzi, Don Zambarberi es definido como “una integración carismática de Don Orione”. En esto consistió realmente su singular grandeza y el reconocimiento de quienes le conocieron a él y al Fundador. Cuando aún era un joven estudiante de liceo, se introdujo en la órbita del Beato tortonés, éste rápidamente lo "reconoció".  Quedó bien definido con un frase de Don Orione, escrita el 7.11.1932 al Obispo de Bobbio, y después estas palabras fueron elegidas para el epígrafe puesto en la cripta del Santuario: “Tengo varios hijos bravísimos de su diócesis, uno además del Colegio de San Jorge de Novi, Zambarbieri, que hace 3º de liceo, es una perla bajo todos los aspectos” (Scritti 49, 20).

Cercano a Don Orione, siempre discreto, casi escondido, pero también expuesto con su personalidad: éste puede ser el icono de la historia de la espiritualidad de Don Zambarbieri, viviendo el fundador, y más aún, después. Quiso configurarse plenamente – intus et in cute – con Don Orione. Interpretó toda su vida inspirándose en este excelso prototipo en cada ámbito de su vida: en la ascesis espiritual, en la formación, en la conducción de las obras, en sus relaciones con la sociedad y con la Iglesia, en la guía de la Congregación.

Supo dejar en la gente un perfume de santidad y de humanidad amabilísima e inolvidable. El Conde Ludovico del Verme sintetizó la razón del atractivo de este humilde sacerdote: “Se sentía junto a él que el hombre no se agota en el limitado horizonte del tiempo, sino que la humanidad debía encontrar cumplimiento en las verdades trascendentes de lo eterno. Con él se entraba imperceptiblemente en el orden de la ley y de la bondad. Como se decía de algunos santos de la Edad Media, de San Francisco, de San Pedro Damián, fue un loco de la Eternidad”.

El cuerpo de Don Giuseppe Zambarbieri tuvo una sepultura privilegiada en la cripta del Santuario de la Virgen de la Guarda. El Superior General, anunciando el solemne evento, dijo: “Don Zambarbieri retoma un contacto que ahora se volverá habitual en nuestras visitas a Tortona. ¡Cuántos de nosotros conservamos el recuerdo de un vivo encuentro, de una carta, de una llamada telefónica, de un gesto afectuoso de Don Zambarbieri! De ahora en adelante, en el Santuario podremos continuar con aquella calurosa y paterna atención, que él siempre supo tender a sus hijos, especialmente a sus ex alumnos”.

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