Questo sito utilizza cookie per le proprie funzionalità e per mostrare servizi in linea con le tue preferenze. Continuando a navigare si considera accettato il loro utilizzo. Per non vedere più questo messaggio clicca sulla X.
Messaggi Don Orione
thumb
Autore: Claudio Iovine

Muy interesante el artículo que pone en evidencia las distintas personalidades de la Madre Michel y Don Orione.

MICHEL (Beata): Due Beati, una sola santità: Madre Michel e Don Orione

Cada santo tiene su propia identidad y su específico itinerario espiritual, fruto del don de Dios y también como fuente de ejemplaridad para los fieles. Sus elecciones y sus comportamientos nos sirven como enseñanza y edificación. Pero es interesante también observar las diferencias y ponerlas en evidencia en sus respectivos recorridos. Ellos manifiestan convergencias en las inspiraciones que la "Gracia" suscita y que las condiciones espacio-temporales sugieren, pero evidencian juntas la peculiaridad de las misiones de cada uno. Por eso nos parece muy interesante el artículo que presentamos para poner en evidencia las distintas personalidades de la Madre Michel y Don Orione. En ello podemos observar por un lado el sentido de colaboración y de respeto recíproco, e incluso la confluencia de su finalidad profunda para la gloria de Dios y para el servicio de los hermanos, y por otro la diferenciada consciencia de las propias presencias y fisonomías eclesiales.

Dios es admirable en sus santos, dice el salmo 67, 36 (en la versión de la Vulgata) y a nosotros nos complace notar que su Gloria resplandece en la variada fantasía y viva originalidad con la que dota sus sorprendentes personalidades. En lo que se parecen, y algunos de un modo singular, los santos no son nunca idénticos, no se pueden 'fotocopiar', no existe la clonación en la santidad. San Pablo aplica a este respecto, una comparación con los astros, que parecen iguales, se asemejan, pero en realidad son únicos e irrepetibles. Resplandecen como las estrellas del cielo, pero son diversos "sicut stella díffert a stella in claritate", "cada estrella de hecho difiere sobre la otra en el esplendor"(1 Cor.15, 41).

Afinidades y cercanías son innegables y existentes en algunos santos particularmente, y no es raro el caso de profunda sintonía entre hombres y mujeres que, también en la santidad, por así decir se han 'complementado'. No sólo porque grandes hombres de la historia han tenido siempre al lado grandes mujeres, cuya presencia y significativa acción era casi siempre escondida, sino sobre todo porque la variedad de los dones y carismas, la fantasía sin par del Espíritu Santo, ha ido poco a poco modelando en canales humanos de hombres y mujeres generosamente abiertos a la acción de Dios, también a través de su identidad masculina o femenina.

Notables teólogos tratan hoy de leer toda la historia de la salvación a través de la categoría de la pareja, partiendo del Génesis hasta el Apocalipsis. Es un intento que puede inducir a caer en la tentación de pensar que también la santidad se puede leer bajo este prisma, ciertamente con las debidas puntualizaciones. No tanto para restringir el campo de la santidad de la pareja conyugal, sino para ver una cierta vocación a complementarse, también en las parejas de santos sacerdotes y religiosos, lógicamente sin vínculos conyugales; para saber encontrar en ellos la estupenda dimensión de los 'esponsales', de Cristo esposo y de la Iglesia, esposa y madre. Es un discurso que encuentro por lo demás estimulante y lleno de prometedora novedad, en cuyo surco puede leerse también este artículo.

Son bien conocidos los casos de Agustín y Mónica, Francisco y Clara de Asís, Benito y Escolástica, Francisco de Sales y Juana Francisca de Chantal, Don Bosco y María Domenica Mazzarello, Luis y María Beltrame Quattrocchi, Luis Martín y María Azeglia Guerin, Tancredi y Julia Falletti de Barolo, y tantos otros casos, más o menos célebres, conocidos o totalmente ignorados. De esto ya escribió y bien Don Ignacio Terzi, que fue Director General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (cf I.Terzi, en "Madre Michel messaggio d'amore" Roma, n.24, 1989).

Sobre las relaciones mantenidas entre la Madre Michel y Don Orione, puede leerse bastante recorriendo el filón ya 'escavado' por todos los biógrafos de los dos santos, sobre todo de la Madre Michel, y particularmente después del Torriani, quienes escriben, aunque sea el Lanzavecchia que Mons. Gemma (quien ofrece un panorama objetivo y profundo sobre el argumento), y simplemente sacando algo de los documentos relativos. Podría prepararse desde luego un buen volumen, además de que ya solo el epistolario ofrece notables temas y abundante material. El presente artículo sin embargo no pretende decir nada nuevo, sobre todo para quien ya está metido en el argumento; pero puesto que no todos nuestros lectores lo están, se me permitirá volver a contar algunas cosas, sin querer ser exhaustivo, para después dejar hablar a algún hecho o anécdota y, en fin, dejar reflexionar sobre el tema.

Madama Teresa Grillo Michel, como la llamaba también Don Orione con ese término franco-piamontés, característico todavía hoy en nuestro hablar, estaba comenzando apenas su obra en Alejandría, mientras no lejos, en la misma provincia, precisamente en Tortona, un joven clérigo, ni siquiera sacerdote, recogía en torno a sí a muchachos pobres, pero deseosos de ser sacerdotes, y así movía los primeros pasos de una partida que durará toda su vida, y en la que pondrá en juego, siempre, la parte más hermosa de su heroica fe cristiana: la caridad. El campeón era él: Luis Orione. Era 1893 (cf.Torriani, M.T.Michel, p.215). La proximidad geográfica, pero sobre todo una intensa sed de verdadero bien, el de la salvación eterna de la gente, especialmente de los pobres, un amor sin ningún freno por Cristo y su feliz novedad, les iba asociando en una única empresa, aunque con familias espirituales que permanecerán bien diferenciadas, tal vez a pesar de ellos - sobre todo en lo que a Madre Michel se refiere- consistente en el vivir totalmente el 'mandatum novum' de Jesús: '... por esto reconocerán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros'.

Aunque, por desgracia, no conocemos el dato de cuándo la Madre Michel y Don Orione se conocieron y encontraron por primera vez, sabemos por una carta que en 1896 ya se conocían bastante. Muy pronto Don Orione, cura de apenas un año (ordenado en 1895, la carta citada es de 1896, cfr. A. Gemma, La Madre, LEV pag.98), habría tenido algún encargo, en nombre de los obispos de Alejandría, Mons. Salvai primero y Mons. Capecchi después, para que siguiese a la fundadora y a su naciente obra. Se inician así relaciones espirituales sólidas entre estas dos grandes almas que durarán cincuenta años y que fueron de ayuda recíproca, a través de un estilo de mutua sinceridad, subiendo y bajando también por esos altibajos en los que se sustenta la naturaleza humana, incluso cuando es también perfeccionada por la gracia.

En los inicios de su obra doña Teresa, cuando la mayoría estaba acostumbrada a considerarla en la categoría de la sociedad nobiliaria alejandrina de aquel tiempo, empezaba a desconcertar a las personas de bien pensantes, no hablemos de los parientes, que la veían dar todo lo que tenía a aquella turba de harapientos y desheredados que nadie hubiera querido tener cerca y que ella había metido ni más ni menos que en su propia casa y por los que, por añadidura, debía hacerse mendicante, subiendo incluso las escalinatas de aquellos palacios que la habían visto muchas veces protagonista de la vida mundana.

Aún hoy parecen oírse los comentarios, los más comprensivos, incluso sus mismos parientes que después, por intereses, abrirán el contencioso: "¡Pobre Madama Teresa, se ha vuelto loca!". Los parientes, con el clero y otros bien pensantes, lo tenían bien estudiado, y pensando también en el bien de aquello que se había convertido y llamado el Pequeño Refugio, querían recluir a Michel en clausura y poner a cargo de la Obra a alguien más fiable (o acaso sería mejor decir más manejable).

Se llegó incluso a proponer a Teresa la incorporación de su institución al Cottolengo de Turín, Sor Inés de San José, atenta y espontánea nos lo cuenta: "La Madre Michel ya había entrado en relación con Don Orione, pero el periodo del que yo puedo dar testimonio se refiere en torno a 1896. Los parientes de la Madre, asustados por las deudas que ella había contraído para mantener a los pobres hicieron presión al Obispo - por entonces Mons. Salvat - para que esta casa, con sus pobres, fuese incorporada a la Pequeña Casa de la Divina Providencia del Cottolengo de Turín, con sus deudas y créditos. El obispo o los parientes habían escrito a Turín y vino el Padre Superior con la Madre Anania para ver"... Todo parecía encaminado a un acuerdo... Después de una primera reunión con los superiores del Cottolengo, y mientras la Madre estaba para a punto de comunicar, eso sí con desolación, que ya estaba todo establecido para ceder la obra al Cottolengo, "...llegó improvisadamente un sacerdote que no conocíamos. Este sacerdote - que después supimos por la Madre que era Don Orione - le ofreció a ella una casa en Tortona, en la que abría podido llevar a sus pobres, siempre que hubieran decidido hacerla cerrar la casa de Alejandría. Cómo haya llegado aquí Don Orione, propiamente esa mañana y en aquellas penosas consustancias, la misma Madre no lo sabía explicar de no ser por una intervención de la Divina Providencia, a la que, desde los inicios, había querido dedicar su obra. Cuando salió la Madre de la audiencia con Don Orione, toda radiante de reconocimiento al Señor, nos comunicó: 'Qué hermosa gracia nos ha hecho el Señor'.

De este modo fue Don Orione quien salvó la situación. De hecho, cuando se vino a saber en los ambientes de la Curia Alejandrina que se podía trasferir a Tortona la Institución de la Madre Michel, que había sido Dama de Corte de la Reina Margarita, se empezó a temer por la mala imagen en la que quedaría Alejandría. De este modo la obra fue salvada y permaneció en Alejandría. Nuestros dos Beatos piamonteses son de nuevo una prueba de que el instinto de los santos, a veces, va más allá de las comprensiones humanas.

La Señora Madre quedó marcada de tal manera que, aún después de 25 años, recordó el evento en una carta a Don Orione: "Desde que hace tantos años, al inicio de la Obra, renuncié a unirla a la del Cottolengo, por la que sentía una gran atracción, fue propiamente porque el Señor me hizo encontrarme con usted, que me pareció enviado por la Divina Providencia para llevar el timón de nuestra pequeña navecilla, como Padre y Guía y que nos habría remolcado y englobado en aquella que usted también había iniciado y que parecía que debía ser una sola" (carta a Don Orione, 11-05-1924).

Todos los institutos religiosos tienen, en sus orígenes, entre las luces carismáticas y discernimientos, obligaciones distadas por las necesidades, claroscuros que no estamos en condiciones de juzgar. La fundadora de las Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia estaba ciertamente inclinada hacia la unión con la Obra de Don Orione, o lo estuvo al menos durante veinte años, como bien lo demuestra Don Venturelli en el proceso de beatificación (cf. Summ. res. addit. p.16 ss.).

No era un puro divagar, una especie de largo y nunca realizado sueño. Era mucho más que eso. De hecho Don Orione, no sólo en los primeros años, sino verdaderamente por decenios, parecía considerar 'como suya' la obra de Alejandría, casi como la rama femenina de una única Pequeña Obra. Las cosas después sucedieron de otra forma. En realidad del corazón del Beato de Tortona nacerá otro Instituto religioso femenino. Pero por lo que se lee en el denso y largo epistolario, Don Orione parecía tener en su cuerda a la Madre Michel. La Madre lo llamaba Director y también Cofundador y Padre, e incluso (en una carta del 23-7-1900): "Le consideramos nuestro Padre General".

No terminaríamos nunca de hablar sobre la colaboración entre nuestros dos beatos. En los inicios hacia los jóvenes de Tortona, después por aquellos de la casa de las hermanas Fogliano, que más tarde será la gran avanzadilla de la caridad orionista en Turín en la Avenida Príncipe Oddone.

El apogeo parece llegar después del primer viaje a Brasil, como reconoce el orionista Don Terzi: "Debemos reconocer con gran agradecimiento que hubo una intuición también en clave providencial que fue propiamente la Madre Michel quien le abrió a Don Orione los grandes horizontes brasileños y sudamericanos. (...) Esta dimensión que tanto caracterizará después, de modo carismático, el apostolado orionista, influenciando o al menos evidenciando el mismo programa de fundación, constituye una deuda a favor de la Madre Michel" (don Terzi, loc. cit. p. 87).

Entre tantas relaciones personales y epistolares, al menos de los que tenemos testimonio, quisiera sólo resaltar aún uno, aquel de la vestición religiosa de un grupo de hermanas, celebrada por Don Orione el 9 de abril de 1900 (cfr. DO II, 642 s.). Me gusta recordarla porque emociona probar e imaginar lo que debió pasar por el corazón de ambos beatos fundadores, durante aquella ceremonia. Me parece el icono de un connubio espiritual.

La camarera de la casa Grillo, la Nina; no podía encontrar un minuto de paz ante aquella 'locura' de la que la patrona daba evidentes signos. Y fue precisamente ella (como simpáticamente comenta Mons. Gemma en su Biografía, pag. 303) a emitir el primer decreto de canonización de Teresa, sin saberlo siquiera: "Se necesita ser santo, exclamó un día, para estar detrás de toda esta gente, para limpiarles, para darles de comer, con todas esas oraciones, todo ese trabajo, toda esa penitencia".

Justo, había que ser santos. Y así lo pensaba también Don Orione, quien confesó lo más hermoso sobre la Madre Michel, y lo hizo a un sacerdote, Don Enrico Coda, párroco de Rivanazzano, quien da testimonio de ello: "Cuando fui a predicar los Ejercicios Espirituales a las hermanas de la Madre Michel, Don Orione me dijo: 'La Superiora es una Santa' (DO II, 641).

No hay que olvidar nunca, cuando se habla de santos, de aquello que el cardenal Van Thuan decía durante los Ejercicios Espirituales predicados al Papa: "Un día estaba en Melbourne, en Australia, predicando un retiro, y con gran admiración leí sobre una pared esta frase llena de esperanza: 'NO HAY SANTO SIN PASADO, NO HAY PECADOR SIN FUTURO...'" (F. Van Thuan, Testimoni della speranza, Città Nuova, pag. 47).

Las divergencias y las diversas opiniones nacían también, entre nuestros dos beatos, de orígenes e historias completamente distintas. Don Orione era un hijo del pueblo, vivió en su familia una pobreza extrema y como superior mostrará un temperamento seguro, ardiente, con aquella proverbial tenacidad piamontesa, incluso en las decisiones más controvertidas. Madre Teresa sin embargo era de cuna aristocrática, de refinada educación, educada en la alta sociedad proveniente de su estado conyugal; ante la toma de decisiones parece más titubeante, y acaso también más moderada, con la paciente visión de quien ha visto ya en la vida muchas cosas y a menudo graves; nunca drástica y siempre maternal y paciente en las decisiones, comprensiva, tendente a cerrar un ojo, a perdonar, a no hacer nunca un drama. Parece ser suyo el dicho:"Más buenos que justos" que como un slogan nos dibuja bien su ánimo misericordioso. Diferencias que nos llevan a la historia de sus relaciones y que testimonian que, aún estando en comunión de ideales, tuvieron personalidades distintas y caminos independientes y autónomos.

Ciertamente que no se puede dejar de ver el gemelaje entre estas dos figuras a resaltar dentro de la Iglesia piamontesa y entre sus institutos, desde los orígenes.

Gusta pensar que el 'cura de las ollas rotas', que llegará primero a la canonización, porque el 7 de julio pasado ha sido aprobado ya el milagro necesario, no dejará de 'remolcar' a la Beata Teresa Michel. Y a remolque de Don Orione, cuando sea oficialmente santo, sentiremos aún más cercana también la 'santidad' de la Señora Madre.

De algo podemos estar bien seguros, más allá de todo: si aquí en la tierra se entendieron bien, ahora en el Cielo están en sintonía perfecta.

Lascia un commento
Code Image - Please contact webmaster if you have problems seeing this image code  Refresh Ricarica immagine

Salva il commento